jueves, 17 de enero de 2013

Barreras a la innovación (I)


Diversos estudios señalan que la innovación es una prioridad en la agenda de muchas empresas, si bien esos mismos informes muestran un cierto descontento con los resultados obtenidos del esfuerzo innovador. En muchos casos incluso, la innovación nunca llega a transitar el camino que separa las palabras de los hechos. Así el problema no es sólo que la innovación no alcance los objetivos marcados, sino que ni tan siquiera llega a iniciarse ese proceso de innovar. Parece por lo tanto, que pese a hablar tanto de innovación, o se hace mal, o peor aún, ni se hace. Y la pregunta es ¿por qué?

La innovación difícilmente podrá florecer en el seno de una organización, sin que los líderes de la misma la apoyen y creen las circunstancias adecuadas para que ésta tenga lugar. Por lo tanto debe existir algún tipo de razones, que hagan que pese a que muchos directivos hablen de la importancia de la innovación, terminen no logrando lo que esperan de ella, o como  he comentado más arriba, no lleguen ni tan siquiera a abordarla de manera decidida. A través de lo leído, escuchado y vivido he identificado una serie de elementos, que funcionan como barreras a la innovación. En este post trataré la primera de estas barreras, que en mi opinión es el origen de la mayoría del resto de barreras, las cuales serán tratadas en el siguiente post.


Concepto abstracto: 
Por diversos motivos, la visión que se tiene del concepto de innovación y los mecanismos necesarios para accionarla son confusos. Es habitual que muchas personas sigan creyendo que la innovación es algo relacionado exclusivamente con la tecnología, lo que conlleva que muchas empresas consideren que les es ajena. A esto colaboran en gran medida las instituciones públicas encargadas de fomentarla, cuyos presupuestos están mayoritariamente destinados a subvencionar centros tecnológicos o proyectos que contengan una elevada componente tecnológica.

Esta confusión se ve reforzada por la alusión constante a la inversión en I+D como porcentaje de las ventas o del PIB, como medida del nivel de innovación de una organización o un territorio. Este enfoque excluye a muchas empresas que desearían innovar en dimensiones distintas a la tecnológica  y que no poseen laboratorios de I+D. Hay innovación más allá de la tecnología, y se ha comprobado también que incluso en los casos de innovación generada a partir de los laboratorios de I+D, no existe una relación directa entre la inversión realizada y los resultados obtenidos. Por lo tanto, otros elementos juegan también un papel fundamental.

Otra de las grandes confusiones es asociar la innovación con la creatividad, sin tener en cuenta que tal vez lograr ideas sea la parte más sencilla. En realidad muchas empresas creen que al realizar sesiones de creatividad están ya innovando. La creatividad está relacionada con el mundo de las ideas, la innovación con el de los resultados. Una cosa es generar una idea, otra bien distinta hacerla realidad y lograr que sea exitosa. 

Aprovecho para comentar una de mis obsesiones, la innovación no empieza con ideas sino con oportunidades, que en la mayoría de los casos suelen ser problemas o necesidades mal resueltas. El riesgo de empezar un proceso de innovación con una idea es doble, por un lado podemos enamorarnos de ella y convertir el proceso en la búsqueda del mejor modo para implementar esa idea, pese a que no se trate de la mejor solución posible. Por otro lado, podemos terminar lanzando una solución que no resuelva ningún problema relevante. Antes de generar ideas es fundamental comprender el problema o necesidad, su contexto y sus áreas de influencia, sólo entonces estaremos en disposición de generar la mejor solución posible.

Más allá de la confusión que genera el propio concepto, existe la problemática de desconocer exactamente cuales son los elementos que pueden llevar a una empresa a innovar de manera eficiente y sostenida en el tiempo. Suele asociarse la innovación a la genialidad de algunas personas. Sin embargo a medida que la innovación ha sido objeto de estudio, hemos ido descubriendo que existen procesos con distintas fases, unos más lineales otros más iterativos, que hacen que la innovación no sea el resultado de un genio, sino del trabajo duro de un equipo de personas, que con la formación y las herramientas necesarias pueden innovar una y otra vez. Especialmente si los líderes de esas organizaciones han sabido proveer una visión de lo que debe ser la empresa en el futuro, y han creado una cultura que apoye a la innovación.

La principal razón que explica este desconocimiento del concepto de innovación, y de la existencia de mecanismos capaces de hacerla repetible y al alcance de personas comunes, puede deberse a que pese  a que siempre se ha innovado, se trata de una disciplina joven, que se nutre de otras áreas del "management" así como de otro tipo de ciencias sociales, pero que hasta recientemente no ha sido objeto de estudio por parte de universidades ni escuelas de negocio. Por lo tanto la mayoría de directivos de hoy, no han recibido una formación específica entorno a la innovación. También en este tema llevamos retraso respecto a otros países, en los cuales la innovación como concepto holístico, lleva ya algunos años en los planes de estudios. Pero no es tarde para entender que se puede aprender a innovar y que la innovación no es magia.

2 comentarios:

  1. Muy buen "post" Xavier, comparto plenamente tu visión... Innovación, es el "output", el valor añadido, generado gracias (o a partir de) una serie de factores, no todos tecnológicos o de base tecnológica, como muy dices, por muy importantes que sean estos, que lo son, en especial en algunos campos... La creatividad és una de las "fuentes" de ideas y/o de busqueda de soluciones, pero innovación implica "éxito" en el mercado, reconocimiento y aceptación por este, por lo que implica la necesidad de "tangibilidad", con independencia de que su origen pueda ser el valor, a menudo inicialmente "intangible", ligado al conocimiento a partir del que se origine la innovación, el "output"... Xavier Testar

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  2. Muchas gracias por comentar Xavier. Tal y como dices y pese a que el origen de la innovación pueda ser un valor intangible, que se origina a partir del conocimiento generado por equipos de investigación o de las ideas creadas a partir de la creatividad, ese valor debe llegar al mercado de manera tangible, encapsulado en una nueva solución.Sólo si esa solución es exitosa podremos realmente hablar de innovación.

    Un saludo

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