domingo, 13 de abril de 2014

Desmitificar la innovación

La innovación es uno de los temas de moda en el ámbito de la gestión empresarial. Para algunos todo parece ser innovación. Para otros, tan sólo grandes desarrollos tecnológicos, o éxitos comerciales globales, merecen el calificativo de innovadores. Parece que al hablar de innovación nos movemos entre la trivialización y la mitificación. Ambas actitudes pueden generar confusión y convertirse en barreras importantes.  La primera genera escepticismo, la segunda desaliento. En esta ocasión  quiero reflexionar en torno a la mitificación de la innovación.

Decía Peter Drucker que "la prueba de una innovación no es su novedad, ni su contenido científico, ni el ingenio de la idea. Es su éxito en el mercado". Existe por lo tanto una necesidad de desmitificar la innovación. Si es nuevo para la empresa y crea valor, es innovación. Aunque no ocupe portadas de la prensa empresarial, ni reciba premios. En realidad, no existe mayor recompensa que la confianza del mercado.


El mercado es el juez que decidirá si algo es una innovación, o simplemente una invención basada en conocimiento científico o en altas dosis de ingenio y creatividad. La creación de valor, tanto para los clientes como para la empresa, es la clave. En ningún caso la innovación debe ser vista como un fin en si misma, sino como un mecanismo para crear valor y lograr otros objetivos como por ejemplo mayor competitividad o crecimiento.

Cuando tan sólo hacemos merecedoras del calificativo de innovadoras, a soluciones desarrolladas por grandes empresas como Apple, 3M y GE por nombrar sólo a algunas, se corre el riesgo de sembrar el desaliento entre las empresas más pequeñas. Estas pueden caer en la tentación de pensar que la innovación no es algo a lo que deban dedicar esfuerzos, al no disponer de los medios, ni financieros ni humanos, de los que disponen las grandes corporaciones.

Sin embargo, la innovación puede ser un mecanismo fundamental para que muchas Pymes puedan fortalecer sus posiciones en el mercado al que se dirigen. Una de las recetas que se está proponiendo a este tipo de empresas es la internacionalización, pero competir en mercados exteriores sin aportar un valor diferencial, es estar abocados a un fracaso casi seguro. Y la innovación es justamente una de las mejores fuentes de creación de valor. 

Es evidente que existen diferentes niveles de innovación. Una clasificación muy utilizada para categorizar y gestionar los diferentes niveles de innovación es la que diferencia entre innovación incremental, adyacente y radical, en función de dos elementos, el grado de novedad de la oferta y el grado de novedad de los clientes. Esta clasificación se puede hacer tomando como referencia al mundo, al sector o a la propia empresa.


No hay que caer en el tópico de ver la innovación incremental como un tema menor. De nuevo, será el valor creado lo que determinará el acierto o desacierto de cada proyecto de innovación, no su nivel de riesgo y novedad. Por ejemplo, la empresa  Portugal Telecom afirma que su proceso de innovación se basa en ideas incrementales, centradas en mejoras continuas de sus procesos y servicios. Estos esfuerzos de innovación incremental han generado des del año 2009 unos beneficios de 30M €. 

Pese a que la mayoría de políticos al hablar de innovación suelen hacer referencia a la I+D, no es necesario disponer de departamentos de I+D para innovar. He llegado a escuchar a alguien con peso dentro del sistema público de innovación, afirmar que para que un proyecto sea considerado innovador debe combinar tecnología y elevados niveles de riesgo. Esto en todo caso puede ser considerado innovación tecnológica radical, pero la innovación empresarial es un concepto mucho más amplio.

Este es uno de los aspectos que más influencia tiene en la mitificación de la innovación. Y lo hace de manera doble. En primer lugar exige niveles de riesgo elevados, lo que equivale a innovación radical. En segundo lugar, también genera una confusión entre los conceptos de tecnología e innovación. Además de distintos niveles, existen también diversas tipologías de innovación, ver por ejemplo los 10 tipos de innovación de Doblin, y las posibilidades de innovar, van mucho más allá de la tecnología.


Dejando de lado que tampoco se puede afirmar que los que defienden esa visión tecnológica de la innovación, hayan logrado grandes resultados en nuestro país, el problema de fondo es que se trata de un enfoque limitante, que centra sus esfuerzos en una élite tecnológica y deja fuera del apoyo del sector  público a muchas empresas que no están en sectores tecnológicos y que reciben el mensaje de que la innovación no es para ellos.

Una de las principales tareas de las administraciones debería ser, en mi opinión, fomentar una cultura innovadora entre el tejido empresarial. Dotarlas de conocimiento en lo que respecta a la gestión de la innovación, y fomentar la innovación empresarial en su sentido más amplio. Si se logra aumentar el nivel medio, es posible que aparezcan algunos casos de éxito de innovación radical, pero sobre todo se estará mejorando la competitividad de nuestras empresas y sus posibilidades de éxito al internacionalizarse. Lo cual terminará revirtiendo en la sociedad, en forma de mayor riqueza y más empleo.

El fomento de una cultura innovadora entre las empresas, generará también necesidades tecnológicas, y por lo tanto demanda de los centros tecnológicos. En algunos casos, pese a no desarrollar soluciones que tengan como aspecto central la tecnología, puede precisarse de conocimiento tecnológico. Tampoco esta situación debe desalentar a las empresas más pequeñas de dedicar esfuerzos a innovar, ya que existe la posibilidad de recurrir a centros tecnológicos, o establecer alianzas con otras empresas. 

La innovación es fundamental, como mínimo para cualquier empresa que se encuentre en entornos de elevado dinamismo y competencia. En función del tamaño de la empresa, de los recursos disponibles   y de la ambición de los objetivos, podrán desarrollarse proyectos con diferentes niveles de riesgo , incertidumbre e impacto. Pero las Pymes no pueden renunciar a innovar, y la innovación es cualquier cosa nueva que aporte valor.

La visión que ha triunfado en nuestro país es la de la innovación tecnológica, asociada a elevados niveles de riesgo. Pero la innovación, ofrece muchas más posibilidades, ya que existen muchas maneras de crear valor a través de soluciones novedosas.

En un documento publicado en Holanda en 2010 y que trataba la innovación en servicios en diferentes zonas de Europa (United we stand: open services innovation policy schemes), se decía lo siguiente al hacer referencia al sistema de innovación del área de Barcelona:
  • "Main focus on traditional research and development"
  • "Policies are hardly targeted at service innovation"
En otro documento publicado en 2008 por el director General del Departamento de Innovación del Ministerio de Trabajo y Educación, se puede leer:
  • "...the challenges presented by growth and competitiveness can no longer be tackled solely by means of a sector based, technology-oriented strategy. In line with the national innovation strategy, innovation activity must be developed to cover a broader spectrum in terms of its contents, and to operate with a more user-oriented approach"
  • "Succesful innovations are usually based on the open-minded combination of various caompetencies, while too narrow a concept of innovation activity results in part of innovation potential remaining untapped"
Es evidente que los países que más sobresalen en innovación, tienen claro que no se trata sólo de I+D y tecnología. Ellos ya han desmitificado, y fomentado la innovación entre sus empresas. La innovación es un mecanismo que cualquier empresa debería utilizar para mejorar su posición en el mercado. Insisto en la idea de que si es nuevo para la empresa y crea valor, es innovación, independientemente de la tipología y el nivel de innovación del que hablemos.



2 comentarios:

  1. Mucho sentido común veo por aquí. Puedes ser peligroso.
    Te sigo con todo el interés, Xavi.
    Gracias y un abrazo.
    José Gómez.

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    1. Hola José,

      Lo del sentido común te lo agradezco, lo de que puedo ser peligroso no sé como tomármelo :-). En cualquier caso, muchas gracias por el comentario, y por seguirme.
      Un saludo.

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